Se cumple un año del triunfo de la Selección Argentina en el Mundial de Qatar. No fue fácil, pero “La Scaloneta” quería hacer historia. Y así fue: el equipo se puso al hombro las ansias de todo un pueblo que soñaba con triunfar y tocar el cielo, nuestro cielo celeste y blanco, con las manos.
Para lograrlo hubo que sufrir. Haber arrancado con el pie izquierdo, derrotados por Arabia Saudita 2 a 1, nos nubló en un primer momento la esperanza. Sentíamos que tenía que ser esta vez. Se tenía que dar, Messi se merecía levantar la copa. Pensábamos que sería ¿su último Mundial?
Desde el piso, la Selección Argentina se levantó, se espabiló y empezó a escalar. Pasamos la fase de grupos ganando 2 a 0 a México y 2 a 1 a Polonia. Y en octavos de final derrotamos a Australia, también por 2 a 1.
En cuartos jugamos un partido que quedará para siempre grabado en nuestra memoria, porque casi nos deja afuera. Pero tanta sangre, tanto sudor y tantas lágrimas nos permitieron seguir soñando. El enfrentamiento contra Países Bajos se dirimió en los penales y su desarrollo, desde el comienzo hasta el final, fue tan épico que se lo conoce como “La Batalla de Lusail”.
Estábamos en semifinal, y con la Selección más aceitada que nunca el partido contra Croacia pareció un simple trámite. Argentina goleó 3 a 0 a su rival.
La Selección Argentina a la final
Última etapa, último esfuerzo. Argentina y Francia llegaron a la final. La Selección se preparó para dejar la vida en la cancha. Sabía que no iba a ser fácil quitarle la copa al campeón del Mundial 2018, pero lo logró. El partido se jugó con todo: cuerpo, corazón y alma.
La Albiceleste y Los Galos llegaron empatados por 2 a 2 al tiempo reglamentario. Tampoco pudieron sacar diferencias en el complementario, que terminó 3 a 3. Otra vez a los penales. A seguir sufriendo un poco más, porque así parece que nos toca vivir a los argentinos.
Aguantar la respiración y dejarla escapar con un grito ensordecedor cuando Gonzalo Montiel coronó el triunfo de la Selección. Argentina se impuso 4 a 2 y se consagró por tercera vez en la historia campeón mundial.
Alegría infinita
Pasó todo lo que tenía que pasar. Era necesario sufrir tanto para saborear con más ganas la victoria. La alegría fue infinita y las calles se llenaron de almas pintadas de celeste y blanco, de música, lágrimas y abrazos.