Se acerca San Valentín, la fiesta de los enamorados, y se reavivan tradiciones para agasajar a nuestras parejas como regalar flores, bombones de chocolates, compartir paseos románticos, cenas a la luz de las velas o reafirmar el compromiso a través del intercambio de alianzas. Sí, nos llenamos de clichés en nombre del amor romántico. Pero también nos llenamos de preguntas como esta: ¿Por qué el anillo de bodas va en el dedo anular?
Para responder a este interrogante hay dos teorías. La primera surge en la lejana y milenaria China. Desde los tiempos remotos, para los chinos, los dedos de la mano representaban a nuestros seres queridos. El pulgar eran los padres, el índice los hermanos, el dedo medio representaba a uno mismo, el anular a la pareja y el meñique a los hijos. Si se unen los dedos de ambas manos y se doblan los medios hacia dentro vas a ver que es posible separar todos los dedos de la mano, excepto los anulares. Según la tradición china, esto explicaría que las parejas están destinadas a estar juntas. Entonces, el anillo en ese dedo representaría la unión para siempre.
La otra teoría apareció en la antigua Roma. Los hombres que se dedicaban a la medicina creían que el dedo anular de la mano izquierda tenía una vena que conectaba directamente con el corazón. En ese entonces, los tratos se cerraban con anillos, por lo que el dedo anular quedaba reservado para el matrimonio que, en muchos casos, era un acuerdo entre familias más que la afirmación de un compromiso entre enamorados.
La costumbre de sellar el amor con un anillo se mantuvo así a lo largo del tiempo, aunque su valor como representación de un compromiso esté cada vez más devaluado. En cualquier caso, los joyeros están siempre agradecidos de mantener las tradiciones.