La presidenta de la conferencia, Rena Lee, anunció con entusiasmo la adopción del tratado, lo cual fue recibido con aplausos por parte de los presentes. La decisión fue elogiada como un logro histórico por el secretario general de la ONU. Antonio Guterres, destacó la importancia de este acuerdo para la protección de los océanos. Sin embargo, este recordó que el trabajo aún no ha concluido y exhortó a los países a que el tratado entre en vigor.
Aunque la mayoría de los Estados miembros respaldaron el tratado, Rusia expresó ciertas reservas y calificó algunas partes del texto como «totalmente inaceptables». A pesar de ello, el consenso general entre los países participantes fue positivo.
El canciller de Chile, Alberto van Klaveren, destacó la importancia del texto adoptado para la gobernanza oceánica, basada en la justicia y la inclusión. Venezuela consideró esta aprobación como una victoria para los países y los pueblos del sur. México lo consideró un compromiso por el estado de derecho internacional. El diplomático cubano Yuri Gala López, en representación del Grupo de los 77 más China, resaltó la ardua batalla que los países del sur han librado para incluir aspectos clave en el acuerdo, que ha sido el resultado de más de 15 años de negociaciones y finalizado en marzo pasado.
Los Oceános
Los océanos desempeñan un papel fundamental en la producción de oxígeno, la absorción de dióxido de carbono y la preservación de la biodiversidad, incluso a niveles microscópicos. Sin embargo, gran parte de los océanos del mundo se encuentra fuera de las zonas económicas exclusivas de los países y se requería la cooperación internacional para establecer una protección efectiva para la altamar.
El tratado aprobado es esencial para que los países cumplan con el objetivo de proteger el 30% de la tierra y los océanos para 2030. Tal como acordaron los gobiernos en la cumbre celebrada en Montreal, Canadá, en diciembre pasado. Además, introduce requisitos para llevar a cabo estudios de impacto medioambiental en actividades planificadas en aguas internacionales, que podrían incluir pesca, transporte marítimo, minería en áreas profundas y programas de geoingeniería.
El tratado también establece principios para compartir los beneficios de los recursos marinos genéticos provenientes de la altamar. Este punto fue objeto de disputas durante las negociaciones, ya que los países en desarrollo lucharon por asegurar su participación en los beneficios derivados de estos recursos.
Tras su adopción formal, el tratado deberá ser firmado y ratificado por los países a partir del 20 de septiembre. Se requerirán al menos 60 ratificaciones para que entre en vigor. Las organizaciones no gubernamentales se muestran optimistas debido a que la coalición de países a favor del tratado cuenta con el respaldo de medio centenar de naciones, incluyendo la Unión Europea, Chile, México, India y Japón. Este tratado representa un paso importante hacia la protección y conservación de los océanos en beneficio de las generaciones presentes y futuras.
