La achilata es un símbolo representativo de la provincia. Su gran consumo impulsó el propósito de declarar su promoción y venta como interés turístico municipal. El concejal Emiliano Vargas Aignasse presentó un proyecto de ordenanza con este objetivo. «Es importante revalorizar lo autóctono, nuestra cultura, hacerla conocer”, expresó.
Convertir en ordenanza el proyecto y su posterior reglamentación permitirá que esta delicia tucumana esté presente en los espacios más turísticos de la ciudad como, por ejemplo, la Casa Histórica, según explicó Aignasse.
Entrevistando a los tucumanos, muchos se expresaron a favor de la propuesta, que busca un mayor impulso turístico. Los vendedores ambulantes se mostraron entusiasmados con el proyecto.
La historia del helado favorito de los tucumanos
La achilata es una especie de helado, característico de Tucumán, cuyos orígenes se remontan a la llegada de inmigrantes italianos al país.
La expresión “achilata” proviene de la fonética de la frase “Hay Gelata”, que pronunciaban los vendedores callejeros, cuya tergiversación dió como resultado su nombre actual.
Se elabora colocando hielo molido en un recipiente, se revuelve con colorante como jugos de frutas y endulzantes (azúcar de caña mayormente). Una vez que se logra la mezcla homogénea se sirve en moldes.
Una receta simple que conquistó a todos y se hizo parte de la identidad de Tucumán. Elegida como el mejor aliado para combatir el calor, su presencia es infaltable en el verano.
