A un año de uno de los episodios más graves en la historia reciente de nuestro país, poco se sabe. El jueves 1 de septiembre de 2022, a las 20:52, en el barrio de Recoleta, Sabag Montiel gatillaba dos veces en la cabeza de la vicepresidenta, Cristina Fernández De Kirchner. La bala que no salió quedó grabada para siempre en las imágenes de todos los medios de comunicación del mundo.
Fernando Sabag Montiel, Brenda Uliarte y Nicolás Carrizo, los únicos detenidos en el caso, enfrentan la imputación de homicidio doblemente calificado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas, agravado por el empleo de un arma de fuego, en grado de tentativa».
Sabag disparó directamente contra la vicepresidenta, Uliarte era su novia y supuesta cómplice, mientras Carrizo, empleador de ambos, se considera «partícipe necesario».
A pesar de las insistentes solicitudes de la vicepresidenta para ampliar la investigación y desentrañar los posibles vínculos políticos detrás del intento de magnicidio, en junio pasado, la jueza María Eugenia Capuccheti determinó que solo estos tres individuos serán llevados a juicio, descartando otras conexiones.
Investigación en la oscuridad
La teoría defendida por opositores a la vicepresidenta desde el inicio, que minimiza el crimen como obra de «un grupo de loquitos solitarios», ha sido consolidada por el fallo de la jueza. Esto contrasta con la posición del oficialismo, que considera este atentado como uno de los mayores ataques a la democracia. Por eso demandan una investigación exhaustiva para revelar a los actores políticos ocultos.
La insistencia de Fernández de Kirchner en abrir líneas de investigación adicionales, especialmente en relación a Delfina Wagner, panelista televisiva y vecina con conexiones a políticos de oposición, refleja la incertidumbre en torno a los verdaderos motivos detrás del atentado.
Sospechas y pistas no exploradas
La relación entre Delfina Wagner – panelista y candidata del paritido de Javier Milei- con los imputados ha planteado cuestionamientos. Además, un testigo alega haber escuchado comentarios comprometedores del diputado Gerardo Milman de la oposición antes del atentado.
Otra línea de investigación estancada es el posible financiamiento de Revolución Federal, un grupo radical con actos violentos y que incluyó representaciones gráficas amenazantes contra Fernández de Kirchner. Los lazos entre este grupo y figuras políticas continúan siendo una incógnita.
Cambio en los acontecimientos
La historia se remonta a agosto del año anterior, cuando Fernández de Kirchner enfrentaba un juicio por corrupción. Su vida cambió drásticamente cuando un intento de asesinato alteró la situación. Una líder política y expresidenta se convirtió en una víctima. Sin embargo, este episodio quedó atrapado en la polarización política del país.
Líderes de la oposición y medios antikirchneristas lanzaron teorías para minimizar el atentado, desde dudar de su veracidad hasta presentarlo como obra de individuos desequilibrados. Las acusaciones y desconfianza se extendieron en las redes sociales, marcando una clara división en la opinión pública.
Chats y conspiraciones
Después del atentado, varias personas fueron detenidas y posteriormente liberadas. Entre ellas, militantes de Revolución Federal, que habían expresado en chats y actos públicos deseos de dañar a Fernández de Kirchner y a otros políticos. Un análisis más profundo de estas conexiones y conversaciones podría arrojar luz sobre posibles motivaciones.
A un año de este oscuro acontecimiento, las incógnitas siguen en pie. El juicio pendiente y las múltiples pistas sin explorar plantean interrogantes sobre las verdaderas razones detrás del atentado y su relevancia política.