El 3 de agosto de 1984, el presidente Raúl Alfonsín estrenaba la primera magistratura cumpliendo una promesa que había hecho durante su campaña: la reapertura de los talleres de Tafí Viejo.
Las devastadoras dictaduras militares de los años 1960 y 1970 habían desarmado la estructura industrial de la Argentina. Los talleres ferroviarios no escaparon de esa lógica y sus galpones fueron vaciados y sus trabajadores despedidos u obligados a aceptar indemnizaciones inaceptables. La desolación se apoderó de Tafí Viejo por esos años.
En diciembre de 1983, el país recuperó la democracia. El humo del tren irrumpía, otra vez, en los cielos y traía buenas noticias para Tucumán.
¿Qué pasó después?
Luego de la «primavera alfonsinista», llegó Carlos Menem a ocupar la Presidencia de la Nación y la teoría neoliberal se volvió una práctica en la economía argentina. Nuevamente, los talleres fueron cerrados con devastadoras consecuencias para las familias que vivían de esa actividad.
Durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner se realizaron dos reaperturas. En septiembre de 2003 se destinó una inversión de 14 millones de pesos para la rehabilitación progresiva de los talleres. Cinco años después, en octubre de 2008, se anunció la reactivación de más galpones para lo que se destinaron 13 millones de pesos.
En 2014, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) firmó un proyecto de transferencia tecnológica para implementar en la reparación o construcción de los vagones.