El sur de la provincia fue escenario ayer de un acto heroico y casi milagroso. Cuando faltaban 15 minutos para que el reloj marque las 13, sonó el teléfono de la comisaría de Concepción. Del otro lado de la línea, una mujer desesperada pedía ayuda para su hijo que se había ahogado en la pileta de la casa.
Cuando el patrullero llegó al domicilio, se encontró con una escena terrible. Un bebe de un mes y ocho meses estaba boca abajo sin signos vitales.
La sargento Verónica Figueroa no dudó un segundo y comenzó a poner en práctica las enseñanzas de su profesión. Le hizo primeros auxilios y el agua empezó a salir a borbotones de la boca del bebé, sin embargo aún no reaccionaba.
Figueroa continuó enfocada en su tarea y repitió la acción. Entonces, ocurrió el milagro: el pequeño comenzó a llorar. “Ahí me sentí más tranquila”, contó la sargento en el móvil de Los Primeros.
Minutos más tarde llegó la ambulancia del servicio 107 y el niño fue trasladado a un hospital. A las 6 de la tarde les informaron que se encontraba bien, pero que debería continuar con los controles.
Figueroa hoy reflexiona sobre la importancia de la capacitación de los agentes de seguridad. Asegura que, además de sentir alivio, se sintió feliz por poder acudir en ayuda de los vecinos y poner al servicio de la comunidad su vocación de policía.