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San Miguel de Tucumán

En defensa de la educación, por Adriana Puiggrós

La pedagoga y escritora reflexiona sobre el largo recorrido de la educación en nuestro país; el rol del Estado; y el peligro que conlleva la exaltación de la libertad individual. Un texto imprescindible para este tiempo.

La educación obligatoria fue uno de los más importantes avances de la sociedad moderna. Entre los fundamentos filosóficos enunciados en su favor por los político-educadores de fines del Siglo XIX (que la establecieron por entonces en Europa y en Latinoamérica), se destaca que vivir en sociedad requiere contar con una base de conocimientos compartidos. Defensores de la libertad, observaban que ésta sólo puede alcanzarse si se parte de acuerdos sociales. Tal era una de las ideas centrales del filósofo francés Jean Jacques Rousseau quien tuvo enorme impacto en el pensamiento liberal de los siglos XVIII, XIX y XX.

En nuestro país, fue la generación liberal-conservadora de la segunda mitad del Siglo XIX la que organizó el sistema de educación formal, estableciendo la obligatoriedad de la educación básica. Sus representantes tenían clara la necesidad de asegurar que la población tuviera una lengua en común, conocimientos de matemáticas, historia, geografía, ciencias, en un país tan extenso con poblaciones dispersas, ciudades importantes con una cultura de larga data, y olas de inmigrantes europeos, arribando con sus lenguas, costumbres e historias propias. El mismo sector que convocaba a los inmigrantes, temía que tornaran ingobernable la Nación y usó la escuela publica y medidas represivas con la finalidad de lograr su asimilación. Al mismo tiempo, miles y miles de extranjeros radicados en el país y de argentinos nativos adquirían la cultura más avanzada en los establecimientos estatales, sin que ello obstara para la existencia de un sector privado. Desde entonces estuvo claro que el Estado es la única organización capaz de proveer educación a millones de personas, de acuerdo a los preceptos de la Constitución Nacional y las leyes nacionales y provinciales. Así es que la escuela publica fue un éxito en la Argentina.

A mediados del Siglo XX, durante los últimos años del segundo gobierno peronista, se llegó a universalizar la escuela primaria, un acontecimiento casi sin precedentes en América Latina. La escuela secundaria completa recién fue declarada obligatoria desde la ley 26.206 de 2006, durante el gobierno de Néstor Kirchner. Actualmente la mayoría de los chicos que ingresan terminan el primer ciclo (de tres años) y es de esperarse que completen el nivel secundario en la próxima década.

Ahora bien. A mediados del Siglo XX el liberalismo tuvo una torción dramática dando origen a la corriente neoliberal. Los fundadores de esta nueva y poderosa versión opinaron sobre educación poniendo como fundamento a las leyes del mercado y propiciando el desplazamiento del Estado y de los acuerdos sociales. En el Siglo XXI, los intereses concretos de las corporaciones se habían instalado en el campo educativo, advirtiendo la posibilidad de conseguir grandes ganancias, si se apropiaban de la educación masiva. Se producía así una enorme diferencia con la discusión típica del Siglo XX “educación pública versus educación privada” porque el interés del mercado neoliberal es absorver la institución escolar, pública o privada, invadirla con sus productos, subordinarla a sus intereses.

Adriana Puiggrós

En relación a la educación estatal, ocasionalmente (ocurrió durante la pandemia) los sectores neoliberales reclaman que las escuelas públicas funcionen, si el gobierno se hace cargo de los gastos. Desde el punto de vista de los intereses del mercado en la venta de insumos para la educación, lo que importa es multuplicar la clientela, abaratar costos propios y acelerar los procedimientos. Los alumnos son considerados clientes y los docentes también clientes o vendedores o publicistas de sus productos. Debe señalarse que la cartera de artículos para la educación se extiende mucho más allá de las computadoras, tablets o celulares, para abarcar programas de todas las materias, capacitación docente, educación familiar, o cualquier otro rubro, presentados y empaquetados de maneras diversas. La escena más representativa del mercado de la educación es la típica de un supermercado donde pueda adquirirse un equipo de computación, un cuaderno, un curso de inglés, de yoga …e incluso algún diploma. Naturalmente no se trata de un mercado libre, sino monopolizado por grandes empresas, en especial por las Gafam(Google, Amazon, Facebook, Apple,Microsoft).

El negocio de los capitales concentrados que actúan en el campo educativo choca con las instituciones educativas. Es contradictorio con los pactos sociales y profundamente conservador desde el punto de vista ideológico. Los fundamentalistas neoliberales sostienen que deben desaparecer todas las normas, directivas, planificaciones y por supuesto obligaciones respecto a la educación. Ese conservadurismo es típico de  personajes como Jair Bolsonaro o Javier Milei y está vinculado a una exaltación primaria de la libertad individual, a la vez que muestra un sesgo sumamente peligroso. Al rechazar la necesidad de la ley, avanzan hacia un autoritarismo que origina a la vez el abandono de la educación de las nuevas generaciones y de los sectores populares y medios, y formas represivas que sustituyen la formación que proporciona una educación formal apoyada en los acuerdos básicos de la sociedad.

La obligación de educar/se y de garantizar la educación de los hijos/as es un deber que aporta a los derechos humanos básicos, que corren serio riesgo de perderse en una sociedad regida por el bonomio libertad absoluta/autoritarismo. Afortunadamente, la larga tradición educativa argentina no sólo ha dejado recuerdos sino que sigue vital y es depositaria de la confianza de las grandes mayorías

Espacio UNT

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