España ha cumplido con la Ley de Memoria Democrática y ha retirado los restos de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, del Valle de los Caídos para trasladarlos al cementerio civil de San Isidro, en las afueras de Madrid.
El gobierno del socialista Pedro Sánchez, en cumplimiento con la normativa, ha eliminado cualquier tipo de homenaje a personajes relacionados con la dictadura de Franco. Primo de Rivera, fusilado en la zona republicana cuatro meses después del golpe de Estado encabezado por el dictador, fue una figura clave del alzamiento militar contra el gobierno democrático de la Segunda República.
Su presencia en el Valle de los Caídos incumplía lo establecido por la ley, que prohíbe el uso del recinto para actos de naturaleza política o de exaltación de los protagonistas de la Guerra Civil o de la dictadura. La familia se negó a que sus restos reposaran junto a otras víctimas anónimas, por lo que fueron llevados a un cementerio convencional.
La operación se llevó a cabo en secreto y no estuvo exenta de incidentes, ya que 200 nostálgicos disfrazados con la parafernalia falangista intentaron entrar al cementerio de destino para rendir homenaje al fundador del fascismo español.