Las imágenes causaron estupor en la provincia y el país. Muestran cómo la violencia se encuentra enquistada en la sociedad y dispararon la señal de alerta entre las autoridades. Es que fue casi la comisión de un «delito con alevosía» ver los golpes que se propinaban estudiantes de dos establecimientos educativos. Las autoridades exhortaron a docentes y padres de alumnos a acompañar más a los chicos. «Esta vez hay dos responsables» remarcó la ministra.
A plena luz del día y en el centro de la capital, efectivos de la policía corrían de un lado al otro tratando de contener a jóvenes desbordados, llenos de odio. Fallaron en el intento. La ira pudo más; se convirtió casi en esa grieta de la que tanto hablamos y que se extendió desde otros ámbitos al de los más valioso: los jóvenes, el futuro de nuestra sociedad.
El Estado, presente…
La ministra de Educación, Susana Montaldo, la que hizo foco en los dos ámbitos de contención que, evidentemente, fallaron: la familia y la escuela. «Ambas partes tenemos que asumir la responsabilidad de lo ocurrido», sentenció.
La cartera a su cargo dispuso un equipo interdisciplinario en cada uno de los establecimientos a los que asisten estos jóvenes.
Cuándo dejaremos de pensar en lo urgente para planificar lo importante…
La tarea ahora es trabajar, conjuntamente, Educación y Seguridad, para analizar qué está sucediendo. «¿Por qué los jóvenes actúan de esta manera?», se preguntó Montaldo con evidente preocupación en su rostro. La ministra de Educación expresó que el trabajo ahora, consiste en escucharlos y encontrar «cómo canalizar la energía de los jóvenes en una dirección positiva».
El incidente fue breve, se extendió algunos minutos. Pero las esquirlas de esta realidad que es de todos permanecerá en cada escuela y en cada mesa de familia.
Esta conducta hostil, antisocial casi irracional no puede repetirse; pero no porque las miradas inquisidoras estén observando y opinando, sino porque la grieta debe convertirse en diálogo fluido entre hombres y mujeres que mañana dirigirán el futuro del país.
La sociedad en su conjunto, incluido los medios de comunicación qué podemos decir ante esto. Que no podemos mirar para otro lado porque a hechos como el de ayer se llega porque hubo una piedra que se puso en vez de sacarse.
Y una última reflexión. Si la adolescencia es una etapa de transición entre la niñez y la adultez, ¿qué rol cumplirán en el futuro los estudiantes que ayer estuvieron, ante la mirada atónita de todos, intentarse destruir al otro? O acaso solo nos sentaremos a observar cómo una sociedad, al menos, con valores confusos, se pierde en el tiempo por venir?…