En un nuevo informe de Tv Prensa, Fabricio Lanzulli, tatuador tucumano, relata su experiencia en este oficio que ha sobrevivido a lo largo de los siglos y de las culturas.
El hombre, de 43 años, comenzó a tatuar a los 17 y ha sido testigo del crecimiento de esta práctica, que ha traspasado barreras sociales y estigmas.
Fabricio inició su carrera en 1997. Lo que empezó como un hobby pronto se convirtió en una profesión, tras haberse perfeccionado en Uruguay. Durante la década del 2000, la demanda de tatuajes creció significativamente, y en ese contexto, abrió su propio local.
A pesar de la crisis económica, Lanzulli asegura que siempre hay clientes. La demanda varía, pero con la presencia de las redes sociales se difunde, aportando significativamente.
Conocé más sobre este testimonio en la entrevista a continuación: