Muhammad nació alrededor del año 570 d.C. en La Meca, Arabia. A los 40 años, experimentó una revelación divina que le llevó a fundar el islam. A partir de ese momento, se dedicó incansablemente a transmitir las enseñanzas del Corán y a predicar el monoteísmo, instando a la gente a abandonar la idolatría y adorar a un único Dios, Alá.
Enfrentando la oposición y persecución en La Meca, Muhammad y sus seguidores emigraron a Medina en el año 622 d.C., en un evento conocido como la Hégira. Esta migración marcó el inicio del calendario islámico y el fortalecimiento de la comunidad musulmana.
Durante su vida, Muhammad lideró a los musulmanes en varias batallas, siendo la Batalla de Badr una de las más significativas, en la que, a pesar de estar en desventaja numérica, obtuvieron una victoria decisiva. Estos éxitos militares contribuyeron a consolidar su liderazgo y a expandir la influencia del islam en la región.
En 630 d.C., Muhammad y sus seguidores reconquistaron pacíficamente la ciudad de La Meca y purificaron la Kaaba, el santuario más sagrado del islam. Este evento marcó un hito importante en la historia del islam y consolidó a La Meca como el centro espiritual de la fe musulmana.
La última peregrinación de Muhammad a La Meca en 632 d.C., conocida como el Peregrinaje de Despedida, fue un momento emotivo. Allí pronunció un discurso trascendental que dejó una profunda impresión en sus seguidores.
Con la muerte de Muhammad, el liderazgo del islam pasó a los califas, quienes continuaron expandiendo la religión y difundiendo su legado por todo el mundo. Hoy en día, el islam es una de las religiones más practicadas en el planeta, con millones de seguidores que encuentran inspiración en los enseñamientos y ejemplo de vida de Muhammad.