Lo que hasta hace un tiempo era algo fortuito, hoy se ha convertido en una planificación. Llegar a jugar en un equipo de Primera División es el sueño del pibe, pero a veces también una exigencia exagerada y contraproducente.
El exitismo, la presión de los padres, el espejo de los jugadores de Selección son factores que influyen en los jóvenes que entrenan en las inferiores de los clubes. “Los padres a veces piensan que en la casa lo tienen a Messi”, dice Martín Anastacio, coordinador de las divisiones inferiores de Atlético Tucumán. “Los padres no los dejan aprender, no los dejan disfrutar”, apunta Carlos Roldán, del club San Martín.
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