Javier Milei tocó el Muro de los Lamentos, se abrazó con el rabino Axel Wahnish y lloró. Los dos se quedaron unos segundos abrazados a centímetros de uno de los lugares más sagrados del judaísmo. Después, el presidente argentino leyó La Torá en los antiguos túneles cercanos al denominado Kotel.
El mandatario había llegado a la Ciudad Vieja en un auto oficial, con banderas argentinas y camisetas de Lionel Messi. “Viva la libertad, carajo”, le gritaban algunos pobladores al costado del camino.
La gira encarada por Milei y que se extenderá tres días, busca reafirmar y profundizar los lazos de amistad y económicos de la Argentina con el estado judío, que se encuentra en plena guerra desde el 7 de octubre, cuando fue sorprendido por un brutal ataque terrorista que trastornó al país y a la región.
Precisamente ese ataque es el que repudiará cuando se encuentre con su par israelí, Isaac Herzog. Este cónclave resulta clave para las relaciones bilaterales entre ambos países, sobre todo porque tiene previsto repudiar los ataques terroristas del 7 de octubre y confirmar su decisión de mudar la embajada de Argentina a Jerusalén.
El presidente argentino viajó a Israel acompañado por una reducida comitiva -su hermana Karina Milei, secretaria general de la Presidencia, la canciller Diana Mondino y el rabino Wahnish, embajador en Israel.
