En la celebración del 107 aniversario de la Independencia el arzobispo de Tucumán, Carlos Sánchez, ofició el Solemne Tedeum. En la homilía se refirió a los excluidos, a la democracia, al concepto del bien común y a la unidad de todos.
Participaron del acto religioso el gobernador Juan Manzur, su vice, Osvaldo Jaldo y el intendente capitalino, Germán Alfaro. Además estuvieron los distintos credos para acompañar el mensaje de Sánchez en la Catedral.
Al comienzo de su homilía el arzobispo agradeció a “Dios por estos 207 años de independencia y 40 años de democracia”. Sostuvo, en este sentido, que «la Argentina sólo va a crecer con el esfuerzo, la unidad y la solidaridad de todos».
Nosotros somos pueblo y queremos ser pueblo
Sánchez valoró el significado de esta fecha en la palabra pueblo. “En cada Nación los habitantes desarrollan la dimensión social de sus vidas configurándose como ciudadanos responsables en el seno de un pueblo. No como una multitud arrastrada por las fuerzas dominantes”.
Luego, expresó: “Nosotros somos pueblo y queremos ser pueblo (…) y necesitamos seguir creciendo como pueblo superando la comisión de mera multitud, porque en la multitud la persona queda borrada. La multitud es el refugio secreto en donde cada uno puede disimular, esconder lo que lleva dentro. Lo mejor y lo peor”.
En este contexto criticó que “la multitud cae muy fácilmente en prácticas demagógicas, presiones indebidas como el clientelismo y la dádiva que desvirtúan su profundo significado y degradan la cultura cívica y la dignidad personal”.
“Lamentablemente seguimos siendo cautivos de estas prácticas y que fuimos testigos últimamente. Que no se naturalicen estas clases de presiones”.
Fortalecer la democracia
“La democracia es un sistema que promueve la dignidad de la persona humana. Se sustenta en la realidad de ser pueblo. Convertirse en pueblo es ser parte de una cultura común, significa compartir valores y proyectos”, dijo Sánchez.
Al respecto describió que la democracia deben tener en cuenta a los excluidos:
“Queremos ser una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común, para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres, perdonando a los que nos ofenden. Necesitamos pasar de una democracia representativa a una democracia participativa. Con la correspondiente pluralidad, no dejando a nadie afuera”.
Consideró que es obligación de los gobernantes “afrontar las deudas pendientes de la democracia” para “recrear la política y el ejercicio del poder en clave de servicio”.
“El poder siempre es servicio, de lo contrario se corrompe. Sabemos del descrédito que tiene nuestra sociedad en la clase política, hay algunos hermanos que cuestionan el sistema democrático, pero no debemos claudicar (…) Necesitamos verdaderos pasos de conversión. Llevamos 40 años de democracia, pero todavía tenemos que seguir creciendo en democracia. Por eso es importante educar en un auténtico civismo, en los verdaderos valores, como el servicio al bien común”, alegó el representante de la Iglesia Católica al sostener que “no hay plena democracia sin inclusión e integración”.
El bien común, un compromiso de todos
“La responsabilidad de edificar el bien común compete en primer lugar al estado que debe garantizar cohesión, unidad y organización a la sociedad civil”, continuó Sánchez. Luego agregó: “necesitamos un estado activo, transparente y eficaz para asegurar el bien común. El gobierno de cada país tiene el deber específico de armonizar con justicia los diversos intereses sectoriales”.
Ya casi al final de su homilía dejó como mensaje que “construir una vida democrática de inclusión e integración requiere del compromiso de todos”.
”Por eso es indispensable procurar consensos fundamentales que se conviertan en referencias constantes para la vida de la Nación y puedan subsistir más allá de los cambios de gobierno”, valoró.