En las Cortes Generales de España se vivieron momentos lamentables. El pasado 30 de mayo, cuando la asamblea trataba la Ley de Amnistía, los insultos no tardaron en llegar para convertirse en noticia.
Todo comenzó cuando el diputado de Sumar Gerardo Pisarello tomó la palabra. “Son unas derechas fanatizadas capaces de encumbrar a personajes desquiciados como Milei, a una admiradora de Mussolini como Meloni e incluso a un criminal como Netanyahu con los cadáveres de los niños y las niñas de Rafah aún calientes…”, dijo desde el estrado. Seguidamente, abogó por la democratización del acceso a la justicia y a los medios de comunicación. “Mantengámonos diversos, pero juntos en lo esencial, con lucidez antifascista, de pie y con dignidad”, expresó entre los aplausos de los legisladores de su partido y sus aliados.
Luego llegó el turno de Santiago Abascal, presidente del partido de ultraderecha Vox. Acusó a Pisarello de llevar adelante políticas contrarias a España y de odiar a ese país.
En medio del debate, según los presentes, se escucharon insultos de todo tipo contra el diputado de Sumar. Muchos de ellos aludían a sus orígenes sudamericanos.
Según las crónicas periodísticas, a Pisarello le dijeron: traidor, corrupto, cobarde, calaña, tonto, sudaca y tucumano. Sin disimulo, los legisladores de Vox utilizaron el gentilicio como un insulto en una clara manifestación xenófoba.
Pisarello nació en Tucumán en 1970, se mudó a España en 1995 y vive en Barcelona desde 2001. Allí inició una carrera política que lo llevó a ser primer teniente de alcalde (2015-2019). Actualmente, es diputado en las Cortes Generales de España.
Al advertir los insultos, Pisarello pidió nuevamente la palabra. “Me siento orgullosamente latinoamericano”, expresó.
