La situación de los migrantes que intentan llegar a Europa a través del Mediterráneo sigue siendo crítica. Ayer miércoles, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó que al menos 55 personas han fallecido tras el naufragio de una embarcación con 60 tripulantes a bordo frente a las costas de Garabouli, en Libia. La Guardia Costera de ese país africano logró rescatar a cinco supervivientes: tres paquistaníes, un egipcio y un menor de nacionalidad siria.
Frente al trágico suceso, la OIM ha expresado su preocupación y ha destacado la necesidad de que se tomen medidas para evitar que continúen produciéndose estas muertes en el Mediterráneo.
Además, ha recordado que este lamentable desenlace se suma a otros naufragios terribles que han ocurrido tiempo atrás, lo que evidencia la difícil situación que experimentan las familias desplazadas que buscan una vida mejor.
La portavoz de la agencia, Safa Msehli, ha hecho hincapié en que «esta carnicería en el mar debe terminar», en referencia a los numerosos fallecimientos que han tenido lugar en los últimos años.
El pasado fin de semana, al menos 34 migrantes murieron en otro naufragio registrado frente a las costas de la ciudad de Sabratha, en el noroeste de Libia, mientras trataban de llegar a Europa.
